sábado, 31 de mayo de 2008

Crepúsculo, de Stephenie Meyer

Hace unos meses, Ana, una amiga de la universidad, me habló de un libro que a ella le encantó, Crepúsculo.

El libro tenía tan buena pinta, que me lo prestó.

Cuenta la historia de amor entre Bella y Edward. Bella es una chica que va a vivir con su padre, a Forks, un lugar que cree que es muy aburrido, y en el que no para de llover. Un día su mirada va a parar a un extraño grupo de hermanos que se sientan solos en la cafetería del instituto. Están pálidos pero su belleza es descomunal. En especial, se fija en Edward, el chico terriblemente perfecto del que Bella acaba enamorada. Hasta que conoce a Bella, Edward puede mantener en secreto su identidad vampírica, y juntos vivirán una peligrosa historia de amor.

Hay tres cosas de las que estoy
completamente segura.
Primera, Edward es un vampiro.
Segunda, una parte de él
se muere por beber mi sangre.
Y tercera,
estoy total y perdidamente
enamorada de él.
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La novela es la primera parte de una serie de cuatro libros, de los que ahora están publicados Crepúsculo, Luna Nueva y Eclipse. El cuarto se titulará Amanecer, y en España se publicará en el próximo mes de octubre. Además, Stephenie Meyer está trabajando en Sol de media noche, que cuenta la misma historia, pero desde el punto de vista de Edward.
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Además se está preparando una versión cinematográfica, que se estrenará a finales de año, protagonizada por Kirsten Stewart y Robert Pattison.
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Algunas frases del libro:
"Pero yo no puedo ser siempre Lois Lane, yo también quiero ser Superman." (Bella)

E: y de este modo el león se enamoró de la oveja...
B: ¡qué oveja tan estúpida!
E: ¡Qué león tan morboso y masoquista!

"Si pudiera soñar, sería contigo." (Edward)

"(...) no sintonizaba bien con la gente (...). A veces me preguntaba si veía las cosas igual que el resto del mundo. Tal vez la cabeza no me funcionara como es debido." (Bella)

"Corría el peligro, de que su rostro, hermoso y lívido, me distrajera. Era como intentar apartar la vista de un ángel destructor" (Bella)



¡¡Muchas gracias, Ana, por descubrirme este libro!!

jueves, 29 de mayo de 2008

Hay que vivirse

El otro día, leyendo el ADN, vi esta columna de Ángela Becerra. Y me gustó mucho, así que he decidido compartirla con vosotr@s.

HAY QUE VIVIRSE

Morir es seguro. Vivir es incierto. Precisamente por eso, porque después de morir ya no podremos hacer nada por nosotros mismos, es ahora cuando tenemos que vivir, esa gloriosa palabra de cinco letras y dos uves de victuria que resume la plenitud, cuando podemos convertir lo incierto deseado en lo cierto transpirado. Cuando somos capaces de despertar sueños, multiplicar risas, abrazar sentimientos y bailar con nuestras neuronas. Cuando tomamos solvente conciencia de que bajo ningúnconcepto vinimos al mundo a sufrir, sino a resolver desde la eficacia, a ayudar desde el pragmatismo, a entender a otros desde la fuerza que da el creer en nosotros mismos.
Vivir plenamente es saber tejer los fríos hilos de la razón para después envolvernos en la calided del sentimiento y la ilusión. Es introducir tu masa de amor en un horno ajeno sabiendo que te devolverá un pan tierno y comestible, es saber que el paso de los años estrechará lianas y no creará óxidos, es mirarse en otro y encontrarse en él y en ti, es potenciar y potenciarse, abrirse y no renunciarse, amar y amarse. Es convivir y no conmorir.
Nuestra esquela será el último certificado de nuestra fragilidad, la post-data de nuestra biografía y el prólogo de nuestra eternidad, ese inmedible misterio que jamás morirá.
Por eso cada día tenemos que procurar hartarnos de vivir: ¡para dejar a la muerte bien jodida!

Ángela Becerra

viernes, 23 de mayo de 2008

Naturaleza infiel, de Cristina Grande

El pasado martes 20 de mayo tuvo lugar en el forum de la Fnac la presentación del nuevo libro de Cristina Grande, titulado Naturaleza Infiel. Como yo no pude ir debido a los odiados exámenes universitarios, hago un "copia-pega" del blog de mi hermano Carlos, y de paso recomiendo a todo el mundo la lectura de este libro, de una de las mejores escritoras de Aragón:

20 de mayo. Estaba sentado yo solo, en un rincón al fondo del forum de la Fnac. Empecé a ver entrar gente que reconocía: Ismael Grasa, José Antonio Labordeta y, por supuesto, Cristina Grande. A las 7:30 comenzó la segunda presentación de Naturaleza infiel de Cristina Grande en Zaragoza, y ella se sentó entre su editor e Ismael Grasa.

Aún recuerdo cuando Cristina vino hace dos años a presentar en mi pueblo su libro de relatos Dirección Noche, y su editor bromeó con que estaba esperando a que se decidiera a escribir una novela, pues los relatos no le daban para comer. Al fin esa novela llegó en marzo: Naturaleza infiel, una novela, según su editor, “llena de expectativas hace dos meses y de hechos ahora”, pues ya se está preparando su segunda reimpresión.

Ismael Grasa comparó la lectura del libro con oler un rosal, pues sales lleno de arañazos pero con el placer de haberlo olido. Hizo referencia a varios fragmentos del libro que caracterizaban la historia de Naturaleza infiel. Mencionó su humor negro en el fragmento en que Renata, la protagonista, se ve incapaz de llorar ante la muerte de su abuelo, aunque llora desconsolada cuando se entera de que Nino Bravo se ha matado en un accidente. También mencionó como característico el fragmento en que, durante una mudanza, sacan el colchón de la protagonista a la calle y ella casi se muere de vergüenza cuando se da cuenta de que todo el mundo está viendo la mancha de su primera menstruación. O cómo cambia la vida de las protagonistas la llegada del lavavajillas a su casa.

Muchos han considerado esta primera novela de Cristina como un fiel reflejo de la sociedad de los 80, aunque ella reconoció que esa no era su intención al escribir el libro, y que simplemente lo situó en esa época porque era la que ella había vivido.

Fue José Antonio Labordeta el que le preguntó para cuándo el próximo libro. Cristina dijo que lo estaba preparando, aunque reconoció que es “de destilación lenta”. Pues mientras esperamos podremos releer cualquiera de sus dos magníficos libros de relatos, La novia parapente y Dirección noche, o esta última novela, Naturaleza infiel.

Matilde nos anunció la muerte de mi abuelo una tarde mientras merendábamos en la cocina. No recuerdo haber dejado de masticar ni un segundo. El día del entierro, al que no asistimos porque era un largo viaje por carreteras de montaña, intenté sentirme mal, pero ni siquiera se me enrojecieron los ojos. Fue entonces cuando tuve conciencia de que yo sólo lloraba por mí y por mi hermana, y bastante a menudo. Mi hermana no lloraba nunca. Pensaba que el resto del mundo no merecía mis lágrimas.
[…]
Unos meses más tarde hubo otro muerto. De nuevo estábamos en la cocina de mi casa, un rato antes de comer, mientras esperábamos que mis padres llegaran de la tienda. Acabábamos de llegar del colegio y Matilde nos había dado un trozo de pan para mitigar el hambre de toda la mañana en el colegio, cuando oímos en la radio que Nino Bravo se había matado en un accidente de coche. Escupí el bolo de pan que llevaba en la boca y me eché a llorar desconsoladamente en cuanto Matilde repitió la noticia, que tuve que aceptar como cierta. Me sentí entonces muy triste y al mismo tiempo muy feliz. Por fin podía llorar por otros, y me demostraba que era humana al fin y al cabo. Era el año 1973
.”

Cristina Grande, Naturaleza infiel, RBA.

lunes, 12 de mayo de 2008

Dedicatoria, Luís García Montero

DEDICATORIA

Si alguna vez la vida te maltrata,
acuérdate de mí,
que no puede cansarse de esperar
aquel que no se cansa de mirarte.
Luís García Montero

sábado, 3 de mayo de 2008

Canciones a Guiomar, de Antonio Machado

Canciones a Guiomar

I

No sabía
si era un limón amarillo
lo que tu mano tenía,
o un hilo del claro día,
Guiomar, en dorado ovillo.
Tu boca me sonreía.
Yo pregunté: ¿qué me ofreces?
¿Tiempo en fruto, que tu mano
eligió entre madureces
de tu huerta?
¿Tiempo vano
de una bella tarde yerta?
¿Dorada ausencia encantada?
¿Copia en el agua dormida?
¿De monte en monte encendida,
la alborada
verdadera?
¿Rompe en sus turbios espejos
amor la devanadera
de sus crepúsculos viejos?

II

En un jardín te he soñado,
alto, Guiomar, sobre el río,
jardín de un tiempo cerrado
con verjas de hierro río.
Un ave insólita canta
en el almez, dulcemente,
junto al agua viva y santa,
toda sed y toda fuente.
En ese jardín Guiomar,
el mutuo jardín que inventan
dos corazones al par,
se funden y complementan
nuestras horas. Los racimos
de un sueño -juntos estamos-
en limpia copa exprimimos,
y el doble cuento olvidamos.
(Uno: mujer y varón,
aunque gacela y león,
llegan juntos a beber.
El otro: no puede ser
amor de tanta fortuna:
dos soledades en una
ni aun de varón y mujer).

Por ti la mar ensaya olas y espumas,
y el iris, sobre el monte, otros colores,
y el faisán de la aurora canto y plumas,
y el búho de Minerva ojos mayores.
Por ti, ¡oh Guiomar!...

III

Tu poeta
piensa en ti. La lejanía
es de limón y violeta,
verde el campo todavía.
Conmigo vienes, Guiomar;
nos sorbe la serranía.
De encinar en encinar
se va fatigando el día.
El tren devora y devora
día y riel. La retama
pasa en sombra; se desdora
el oro del Guadarrama.
Porque una diosa y su amante
huyen juntos, jadeante
los sigue la luna llena.
El tren se esconde y resuena
dentro de un monte gigante.
Campos yermos, cielo alto.
Tras los montes de granito
y otros montes de basalto
ya es la mar y el infinito.
Juntos vamos; libres somos.
Aunque el Dios, como en el cuento
fiero rey, cabalgue a lomos
del mejor corcel del viento,
aunque nos jure, violento,
su venganza,
aunque ensille el pensamiento,
libre amor, nadie lo alcanza.
Hoy te escribo en mi celda de viajero,
a la hora de una cita imaginaria.
Rompe el iris al aire el aguacero,
y al monte
su tristeza planetaria.
Sol y campanas en la vieja torre.
¡Oh tarde viva y quieta
que opuso al panta rhei su nada corre,
tarde niña que amaba a su poeta!
¡Y día adolescente
-ojos claros y músculos morenos-,
cuando pensaste a amor, junto a la fuente,
besar tus labios y apresar tus senos!
Todo a esta luz de abril se transparenta;
todo en el hoy de ayer, el Todavía
que en sus maduras horas
el tiempo canta y cuenta,
se funde en una sola melodía,
que es un coro de tardes y de auroras.
A ti, Guiomar, esta nostalgia mía.
Antonio Machado