sábado, 24 de noviembre de 2007

Travesuras de la niña mala, de Mario Vargas Llosa


Este era el primer libro que leía de Mario Vargas Llosa, y hasta hace unos días el único, ya que comencé a leer otro libro suyo titulado Odiseo y Penélope (que por ahora está bien). Travesuras de la niña mala cuenta la historia de amor de Ricardo Somocurcio y "la niña mala".
Ricardo es un adolescente del barrio de Miraflores, en Lima (Perú) que se enamora de una niña de origen muy humilde. Esta niña, la "niña mala" engaña a Ricardo en numerosas ocasiones, pero el va a seguir enamorado de ella durante toda su vida. El protagonista llama a la niña "la chilenita".
Tras mentirle por primera vez, la "chilenita" desaparece de la vida de Ricardo. El intenta olvidarse de ella, y cumple su sueño de vivir en París, trabajando de traductor. Allí volverá a encontrarse con la chica, que ha cambiado de nombre y tiene algunos problemas. Es una caza-fortunas que lo único que pretende es conseguir una buena posición social y dinero para tener una vida llena de caprichos. A veces, incluso puede parecer que su relación con Ricardito es uno de sus caprichos. Viajará por diferentes ciudades del mundo, donde tendrá una serie de encuentros y desencuentros con Ricardo. Ricardo va a hacer del amor que siente por su "chilenita" su forma de vida. La chica también está enamorada de Ricardo, pero no quiere tener ninguna relación con el, ya que no es un hombre rico y de posición alta. Aunque la niña engaña numerosas veces a Ricardo, le rompe el corazón en incontables ocasiones, y siempre se promete a si mismo que la va a olvidar, siempre siente que la quiere más que nunca, y este es el motivo por el que va a estar enamorado de ella durante toda su vida.

Esta historia es una historia apasionante, que hace pensar al lector que haría si una persona como "la niña mala" le hiciera todo lo que le hace al protagonista de el libro. En una página de Internet, he leído algo interesante: lo bueno de esta novela es el relato de un accidentado romance que deja una gran duda: ¿esto es el amor?, y un mensaje: no importa, hay que disfrutarlo.

lunes, 19 de noviembre de 2007

Viento, de Malinowski

Conocí al poeta del viento en unas fiestas del Pilar. Nunca había oído hablar de él, pero me llamo la atención su aspecto bohemio, y el hecho de que el mismo vendiera sus propios libros en la calle. Me acerqué con curiosidad y ojeé uno de los libros que ofrecía a las personas que se acercaban; abrí sus páginas y leí:

“Llevo un sombrero de viento
y unos zapatos de tierra.
Soy caminante sin
tiempo. Soy amador sin medida.
Hoy aquí, y mañana ¡que importa
donde…!”

No pude evitar comprar el libro, y el amable poeta me lo dedicó (…Para la estrella de tu cielo siempre es de día…). Las páginas del libro estaban repletas de poesías que hablan de los sentimientos humanos, de la paz, la libertad y de las cosas que nos son prescindibles aunque nos parezca que no.
Otros versos que me gustaron son estos:

“No puedo envidiar al millonario
Porque amo la libertad y no el dinero”

La poesía que da fin al libro es la siguiente:

“Muchas lunas han pasado
desde que dejé tierra firme.
Preferí los peligros
de la mar
a la monotonía ciudadana.
…¿Hasta cuando resistirá mi precaria
balsa
el avanzar y avanzar contra la corriente?”

Para terminar, me gustaría mostrar mi admiración por este autor, que anda deambulando por la vida haciendo lo que más le gusta.

sábado, 10 de noviembre de 2007

El fumador pasivo, de Daniel Gascón

El primer libro que leí de Daniel Gascón fue La edad del pavo; yo no confiaba mucho en este libro, pero la insistencia de mi hermano fue tal que no tuve más remedio que ceder. Entonces sólo sabía que Daniel Gascón era de Zaragoza y había estudiado Filología Hispánica e Inglesa en mi universidad. Los relatos de éste, su primer libro, le convirtieron ya en uno de mis escritores favoritos; pero esto no se confirmó hasta que leí El fumador pasivo, su segundo libro, que consta de cinco relatos diferentes. En el primer relato, La generación perdida, me dejé llevar por las historias de Jorge, un estudiante universitario y sus andanzas por la Universidad de Zaragoza, con las que se me escapaba una sonrisa cada vez que nombraba un lugar conocido o contaba algunas anécdotas ocurridas allí. Ya en la primera página me resultó curiosa su descripción del edificio Interfacultades:

"Fui a la primera clase para comprobar esos datos: era en un aula destartalada en el último piso del Inter, un edificio prefabricado que olía a meados y café de máquina. La calefacción estaba siempre estropeada; en verano hacía un calor terrible. El único esfuerzo en infraestructura de la universidad había sido colocar barrotes en las ventanas, después de que una chica pelirroja saltase al vacío una mañana de invierno."


En el segundo relato, Mudanza, la relación entre el protagonista y su tío durante una mudanza; el tercer relato, Los extranjeros, narra la historia de unos estudiantes durante su estancia en Inglaterra con una beca Erasmus, y cómo Jorge trabaja de figurante en ruedas de reconocimiento para la policía de Norwich. En el cuarto relato, Lara y las otras, cuenta la historia de Jorge con su novia, Lara, en el momento en el que está pensando en terminar la relación con ella. De la misma forma, cuenta historias que ha vivido con otras chicas, tanto a lo largo de su vida, como durante la relación con Lara. Por último, el relato con el que termina el libro es El abuelo, y narra la historia de un joven y de su abuelo, un hombre a punto de morir. El protagonista recuerda entonces los felices momentos que ha vivido junto a su abuelo.


Cada uno de estos relatos, contados con frescura, hicieron de El fumador pasivo uno de mis libros favoritos, y de mí una gran admiradora de su autor, Daniel Gascón.